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España


09:34 Javier Ruiz de Vergara. MADRID. La ruleta rusa afgana le jugó ayer una mala pasada a las tropas españolas. Mientras Italia festejaba el rescate de dos de sus hombres, secuestrados por los talibanes el pasado domingo, el contingente español sufría dos nuevas bajas: la de los legionarios paracaidistas Germán Pérez Burgos y Stanley Mera Vera, este último ecuatoriano pero de nacionalidad española. El informe preliminar del Estado Mayor de la Defensa se inclinaba, en los momentos inmediatamente posteriores al atentado, por que el convoy español, que encabezaba una columna compuesta por otros cuatro vehículos, pisó una mina que provocó la detonación y mató a los dos soldados, a un intérprete afgano e hirió a otros seis militares, tres de ellos graves, al norte de la provincia de Farah, en Afganistán. Horas después, los especialistas en explosivos del Ejército de Tierra destacados en la zona localizaron restos de cable, de unos 70 metros de longitud, que se extendían desde un muro levantado junto a una cabaña hasta las proximidades del lugar en que se produjo la explosión.
Al tiempo que Defensa hizo pública esta información, que abriría la puerta a un atentado a distancia, el departamento dirigido por José Antonio Alonso señaló, a través de un comunicado, que los expertos en explosivos “no descartan todavía que el artefacto haya estallado por presión ya que el cable tiene la apariencia de llevar mucho tiempo enterrado”, tal y como anunció el ministro de Defensa, José Antonio Alonso, en su comparecencia de la mañana ante los medios, lo que desbarataría la hipótesis de que la colocación de la mina tuviera un objetivo específico. La nota advertía que, de ser así, es decir, en el caso de que el convoy hubiese pisado la mina provocando la presión suficiente para su explosión, ésta “habría sido colocada hace tiempo”. Por lo pronto, Defensa negó la localización de huellas recientes ni en la cabaña ni en sus inmediaciones que llevasen a consolidar la hipótesis del ataque a distancia.
El Ministerio señaló que el Estado Mayor de la Defensa considera “indispensable” la realización de más análisis y estudios “para poder asegurar con absoluta fiabilidad si el artefacto estalló por presión o si fue activado mediante el cable”. Una tercera alternativa sería que el abandono del artefacto y la descomposición de sus componentes “habrían sido suficientes para provocar la explosión bajo el peso de la rueda del BMR”. Lo que prácticamente descarta el Estado Mayor de la Defensa es la utilización de un activador vía radio, ya que los cinco vehículos que formaban el convoy iban dotados de inhibidores de frecuencia.
Un portavoz de los talibanes asumió el ataque y precisó que accionaron una bomba por control remoto. Se da la circunstancia de que la falta de inhibidores de frecuencia contribuyó a la muerte de seis soldados en el Líbano el pasado mes de junio, lo que arrastró una fuerte controversia.
El nuevo ataque contra las tropas en Afganistán se produjo a las 8.55, hora española, justo cuando se conocía la liberación de dos militares italianos retenidos. Según relató el ministro de Defensa, en su comparecencia de la mañana, el incidente se produjo cuando la rueda derecha trasera del BMR en el que viajaban ocho militares españoles y un intérprete afgano pisó un “artefacto” explosivo, en palabras de Alonso. Consecuencia de la explosión fallecieron los soldados Germán Pérez Burgos, natural de Badajoz y que vivía en Sevilla con su mujer e hijo de pocos meses, y Stanley Mera Vera, soltero y natural de Guayaquil (Ecuador). Junto a ellos, el intérprete Roohulah Mosavi. Sus compañeros Ruben López García, de 19 años; Julio Alonso San Juan, de 20, y Oscar Bertomeo, de 21, resultaron heridos de gravedad. Todos ellos fueron traslados al hospital Role 3 de Farah, mientras los cuerpos de los fallecidos fueron llevados a la Base de Herat. Otros tres soldados, Carlos Sotos García, de 25 años de Albacete; Carlos Arvelaez Henao, colombiano de 26 años; y David Ospina Montaño, colombiano de 19 años, resultaron heridos menos graves.
Alonso, que compareció ante los periodistas acompañado por el jefe del Estado Mayor de la Defensa, Félix Sanz Roldán, explicó que el BMR regresaba en una columna de vehículos de una misión rutinaria de apoyo a la seguridad de la Ring Road, la carretera principal de la zona, junto con efectivos del Ejército y Policía afgana. Las tropas españolas, con 690 efectivos, están desplegadas en torno a la base de Herat, en Farah, y han sufrido una decena de ataques de consideración. Para evitar polémicas, Alonso afirmó que los BMR son “los mejores vehículos para este tipo de tareas”. Las muertes elevan a 85 los militares españoles muertos en Afganistán, 138 en misiones en el exterior desde 1987. Un Boeing que ayer partió de la base de Torrejón de Ardoz (Madrid) repatriará los dos cadáveres y, previsiblemente, a los heridos.
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