mistad procuras?
que interés se te sigue, Jesús mío,
que a mi puerta cubierta de rocío
pasas las noches del invierno oscuras.
OH cuantas fueron mis entrañas duras
pues, no te abrí! que extraño desvarío
si de mi ingratitud el hielo frío
seco las llagas de tus plantas puras.
Cuantas veces el ángel me decía:
Alma, asómate ahora a la ventana
Veras con cuanto amor porfía.
Y cuantas, hermosura soberana:
Mañana le abriremos – respondía –
para lo mismo responder mañana.
Felix Lope de Vega
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